miércoles, 17 de noviembre de 2010

Yo quiero...

Que no te quiero mirar...
Pero es que cierro los ojos y hasta te veo por dentro...

Bueno, eso era antes. Ahora sólo (¿o solo? ... estas normas de ortografía tan nuevas...) un poquito.

Mal humor, vete fuera, que así estoy muy bien. Qué bien sienta el buen humor, esa sonrisa, unas risas. Que te recorra un escalofrío al recordar algo (intencionalidad de los fenómenos mentales) placentero.

Puede que no tenga un lugar exacto, que me cambie (o me cambien) de sitio cada dos por tres. ¿Y qué? Tú ya no estás, esto no es lo que era. Ahora me río, ahora lo hecho de menos. ¿Dónde se han ido esas ganas de besarte que me acompañaban hasta en los sueños? Quizá sigan aquí, a la vuelta de la esquina, pero no creo que vaya a perseguirlas.

Hay temas que me enervan, toma ya la palabra que me hace una gracia... La política. ¿Por qué no hablan claro y lo llaman mercadillo de los domingos? Porque otra cosa no lo veo... Un engaño, una manera de enriquecerse mediante mentiras. En fin, que luego todo esto suena muy... pedante...

¡Pero es que me da rabia!

Cómo me gustan esos impulsos en los que sólo te sale sonreir para expresarte. Que es que... qué bonita forma de expresarse. Y es que sin un motivo en especial estoy feliz. O alegre o lo que sea, nunca he creído que la felicidad exista de verdad, pero eso es otro tema. Jocomomola. Me gusta, sí que sí.

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