lunes, 3 de enero de 2011

Querida..

“Hueles a perfume de mujer” pensé que me diría pero, como tantas otras noches, no dijo ni una sola palabra cuando yo me deslicé en nuestra cama. La abracé y no obtuve respuesta, siempre igual, tan fría y tan distante. Nunca me hablaba y yo era incapaz de hacerla entrar en calor. Su dureza me hacía creer que nuestra relación jamás había estado viva. Y yo ya no sabía ni qué pensar o decir. Así es que la dejé marchar con él. Abandonó el colchón para irse al suelo con el cojín, maldita la hora en la que lo compré. La despedí sabiendo que no encontraría otra almohada como aquella, capaz de hacerme descansar y respirar tranquila en esa cama tan vacía.




Eh, bonita imagen, ¿no?

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