domingo, 28 de agosto de 2011

La luna me sabe a poco, poquísimo

"Descorchar recuerdos", es una frase que, al menos para mí, desprende melancolía en toda su esencia. Y es ese sentimiento melancolía tan ambiguo que es posible odiarlo y desearlo en cuestión de segundos.

Ojalá pudiese, además de almacenar recuerdos, guardar junto a ellos una pizca de las sensaciones que envolvieron esos momentos. Pero como la ciencia aún no ha inventado algo capaz de proteger y (...) esas cosas tan frágiles y a la vez potentes como son los sentimientos las palabras siguen siendo el mejor modo de envolver los recuerdos aún frescos y bañarlos de sentimientos que se secarán como flores puestas al sol y sin agua en un florero.

(Intento 1 de escribir una historia alegórica, o al menos con símbolos, para poder hablar y comprenderme sólo yo)

"En el aire se respiraba el olor a tormenta, grandes nubarrones en el cielo lo anunciaban, sin embargo las cuatro paredes que lo/la encerraban le impedían ver más allá de su cerebro (?). Se encontraba en stand-by, un coche a punto de lanzarse cuesta abajo con el freno pisado que de vez en cuando se suelta y el coche empieza a deslizarse por la ladera. Era fácil de ver para aquellos que no tenían vendas en los ojos, las vendas de la vergüenza y de la duda.

El freno perdía efectividad, las ruedas estaban listas para echar a rodar, y de repente, como suceden casi todas las cosas que esperamos, sin previo aviso, el coche se lanzó por la cuesta con los frenos rotos. La tormenta estalló y la televisión se encendió sin tocarla, la luz del stand-by se apagó y se iluminó toda la pantalla. En su conjunto, el todo parecía sonreír, aún sin creerse el fenómeno de la lluvía, de los rayos y de los truenos, de la gravidad. La casualidad no es un fenómeno concreto pero sirve para dibujar el sentido del todo. El todo sonreía, esta vez sin tapujos, la lluvia y el coche se dirigían sin rumbo por un cielo lleno de viento y una carretera sin señalar, llena de baches. La televisión viajaba de canal en canal, desde los documentales sobre leones y ballenas hasta el porno/la pornografía destapado/a.

(Y) La televisión continuó encendida, sin nadie que guiase su incansable búsqueda, la lluvia siguió golpeando las ventanas y las paredes, como queriendo derruirlas para abrir las mentes de aquellos demasiado encerrados en el miedo y la duda, y el coche aceleraba y desaceleraba con las cuestas y las laderas de las montañas, sin frenos de ningún tipo, sin motor, ni siquiera con ruedas, sólo con el espíritu".

(Fin del relato, creo que mañana no lo comprenderé ni yo, y si lo hago prometo dibujar un croquis para explicarmelo en un futuro próximo).

Hasta esta y hasta otra, para antes de dormir: Marea, "La luna me sabe a poco" (cuánta razón).


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